La
tragedia de Costa Salguero ha puesto de relieve en primera instancia la responsabilidad
criminal de un Estado en muchas muertes de nuestra juventud en sus ámbitos de diversión
y recreación, aún en aquellos donde ciertas
"conducta de riesgo" estén casi ritualizadas.
Cada
hora que pasa, queda en evidencia todo lo
contrario a lo que muchos opinólogos pretenden transmitir ofuscados, en relación
a la presunta "ausencia de Estado" en este tipo de tragedias. Lo que vemos
en Costa Salguero ya lo vimos en Cromañón, un Estado demasiado presente (en garantizar
las ganancias de una sociedad entramada entre narcos y capitalistas de la "industria de
la noche").
Para
el caso, asistimos casi impávidos al escenario del crimen. Costa Salguero, una verdadera
"zona franca" concesionada en condiciones de absoluta irregularidad -cuyo
directorio está integrado por Fernando Polledo, esposo de la actual vicepresidenta
del PRO de la Legislatura porteña - donde ni siquiera el código permite el funcionamiento
de salones para espectáculos y solamente está habilitado para un polideportivo.
Al momento de escribir el presente artículo, distintos medios dan cuenta que la capacidad estipulada
para la "Time Warp" fue notablemente excedida de acuerdo a los registros
de los molinetes de ingreso, un verdadero Cromañón donde además la evidente connivencia de la Prefectura con los
dealers, sumado al negocio de la venta de agua a precios exorbitantes (mientras
se cortaba el agua en las canillas) nos pueden llevar a la tétrica conclusión que,
aunque con 5 pibes muertos, "podría
haber sido peor". Con este escenario, la "Superman" de Costa Salguero
resultó ser la bengala de Comañón, 12 años después.
Como
era de esperar no faltaron en los magazines de actualidad, programas con panelistas
y hasta de espectáculos, un desfile de opinólogos con título profesional que plagaron
las pantallas con dos grandes verdades absolutas presentadas como casi novedosas:
"la droga es un flagelo en la juventud" y, a su vez, "es un flagelo
que atraviesa todas las capas sociales de los jóvenes".
Terreno
fértil para que algún sociólogo nos brinde una mirada epidemiológica para sorprendernos
con que "el éxtasis de los jóvenes de clase media en las fiestas electrónicas
es el equivalente al 'mezcladito' que consumen los pibes de clase baja en los bailes"
o que algún psicólogo también nos revele "por qué en la adolescencia son más
proclives las conducta autodestructivas de riesgo por la vía del consumo de drogas,
sin importar las clases sociales". Por supuesto para que sea un "combo"
no puede faltar "la rotura del lazo social" porque, por ejemplo, "somos
una sociedad alienada en el celular y las redes sociales". Vaya novedad.
¿Qué
puede aportar en la actualidad el psicoanálisis como "mirada" a esta tragedia?
Quizás lamentablemente poco, con total honestidad. Desde el momento en que el propio
Freud defendió "a capa y espada" el "caso por caso", integrar
el trágico desenlace de los 5 chicos fallecidos en Costa Salguero a, por ejemplo,
"el problema de la droga en la juventud
que no reconoce clases sociales" es matar la singularidad de cada uno de ellos,
o matarlos por segunda vez".
El
propio Freud era un "pesimista" en las tragedias de nuestra civilización.
De hecho, su último planteo ontológico se podría resumir más o menos a que todos
los seres "civilizados" lidiamos con nosotros mismos e internamente a
lo largo de nuestra existencia entre una Pulsión de Vida y una Pulsión de Muerte
(auto y heterodestructiva) que pujan permanente -y sin generalmente percatarnos
de eso, salvo en un análisis- siendo la Pulsión destructiva la que en la mayoría
de las veces se impone. Seguramente nada alentador.
Y
con eso algo hay que hacer. La Pulsión de Muerte (décadas después el psiquiatra
psicoanalista Jacques Lacan hablaría de algo así como "goce") es eso repetitivo
y silencioso que -muchas veces recostados en un diván, mirando quizás al techo del
consultorio del analista quien habla (o muchas veces calla) desde atrás- nos dice
"acá estoy" cuando refunfuñamos contra nosotros mismos exclamando un "¿pero
por qué vuelvo a hacer esto si sé que me está jodiendo la vida?" (justamente
de seguro por eso mismo, volvemos a hacer "eso" para gozar "seguir
jodiendonos la vida").
Ese goce puede manifestarse desde no retirarnos
a tiempo de lugares y relaciones que padecemos hasta terminar "dados vuelta"
en una fiesta electrónica, por ejemplo.
A
veces se pretende "tapar el sol con la mano" y esperar que se acaben los
excesos que cobran vidas con campañas de "prevención", "educación"
e "información". Si bien corresponde lógicamente a una obligación política
y sanitaria "de Estado", estos intentos suelen chocar con los límites
y potencialidades de la Pulsión de Muerte en muchas subjetividades, por suerte no
en todas.
Generalmente
los alcohólicos que terminan muriéndose de cirrosis saben sobre las consecuencias
del consumo abusivo de alcohol, lo mismo los fumadores con el tabaco o los "drogadependientes"
con la sustancia que sea. Lo saben no solamente porque se lo aprendieron casi de
memoria en el desfiladero de talleres de "X Anónimos" donde suelen ir
como "parada obligada" sino por sobre todas las cosas por lo que padecen.
Pero igual "no se bajan".
Hace
prácticamente horas , un par de días después de la tragedia de Costa Salguero, un
paciente hombre que está atravesando desde hace unos meses un período ciertamente
"maratónico" de diversos consumos (alcohol, cocaína, "cristal"
en fiestas electrónicas), sin todavía ser "técnicamente" un "adicto",
contaba en sesión sus preparativos para la próxima "fiesta electrónica",
casi una semana después de la "Time Warp". Como quien no sabe la cosa
le pregunté a este paciente si por lo que por aquellas horas estaba conmoviendo
la opinión pública no lo "atemorizaba". "No, yo ya sé los riesgos,
pero me la quiero dar".
A
la Pulsión de Muerte en más de un subjetividad, no hay con qué darle. Ni océanos
de tinta de "prevención", "información" y "educación"
bastarían. Quizás en la clínica del "caso por caso", el hallazgo de "la
causa" algo pueda aportar. En la medida que algo de ese goce autodestructivo
sea "cuestionado" o al menos interrogado por el sujeto en cuestión.
No
sabemos absolutamente nada de las historias de vida (y muerte) de los 5 chicos fallecidos
en la "Time Warp". Si bien hay condiciones históricas, culturales y materiales
con un Estado y un Gobierno a la cabeza que -al igual que con Cromañón- resultan
ser muchas veces una bomba de tiempo para nuestra juventud, meter las 5 muertes
de Costa Salguero en "el flagelo de..." es matarlos -subjetivamente- por
segunda vez.
Para estos casos, el psicoanálisis a la hora de decir algo
no se vale solamente de "herramientas diagnósticas" sino sobre todo de
una Ética, su Ética.
Excelente.
ResponderEliminarbuena info, muy buen blog
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