jueves, 14 de febrero de 2013

EL "POSITIVISTA" FREUD





SECCIÓN DE-BATES

No son pocas las veces que algún avispado y autoproclamado probo en algún área de "algo", pretende achacarle al psicoanálisis freudiano una carencia de cientificidad en todo lo referente a su episteme y práctica clínica (la única que se condice con el legado freudiano por fuera de la "aplicación" en cualquier otra área). Suelen pulular sobre todo en ámbitos académicos, pasillos de congresos y círculos de "divulgación científica". 

Lo curioso, cómico (y por momentos trágico) resulta ser que el propio Freud, si bien siempre defendió lo que en líneas generales podríamos entender como "cientificidad" de la práctica psicoanalítica, nunca se propuso "fundar" una ciencia, si bien tampoco la elevación del inconsciente rescatado por el Maestro de las tinieblas subterráneas del misticismo -sugiero leer http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/02/sigmund-freud-y-carl-jung-un-amor.html - como presunto "objeto de estudio" tampoco pretendió convertirse en una Weltanshaung.

Quizás hoy, si al cruzarse con algún supuesto encumbrado epistemologo empapado de trazas neopositivistas que lo acusara "en vivo y en directo" de "no haber fundado ninguna ciencia", lo más probable es que Freud hubiera respondido -con cierta sobriedad y altura-, "tiene razón Ud., Herr", para posteriormente saludarlo  amablemente, darse vuelta y seguir su marcha. Casi un siglo tuvo que pasar para poder delimitar ciertos campos y discriminar una "ciencia" de una "praxis" (científica, claro) como el psicoanálisis.

Seguramente que la sobriedad sarcástica que nos aventuramos a proyectar en Freud en el dialogo imaginario del párrafo anterior no hubiera sido del todo fácil adoptarla a finales del Siglo XIX, en los albores del psicoanálisis, cuando no era tan fácil afirmar ante la "comunidad científica" de época que las causas de determinadas conductas un tanto "inexplicables" escapaban a determinaciones cerebrales (falladas) o a desviaciones impúdicas y carentes de toda moral victoriana.  

Hacía poco nuestro Maestro ya había abandonado los estudios científicos sobre la cocaína -sugiero leer http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/01/si-freud-tomo-cocaina.html ) - , además de su consumo.  
Al inicio del último lustro del Siglo "romantico", ya se había ganado cierto renombre en los círculos académicos (lo cual no siempre es bueno) gracias a sus investigaciones -junto a su amigo "consejero", el médico austríaco Josef Breuer y su maestro Charcot- sobre la vedette clínica de esos -y estos- días, la Histeria, que sacudiría los cimientos de la clínica psiquiátrica con toda su fenomenología (las parálisis, los ataques de ira, desmayos, etc.) 
 
Insistimos, no era fácil divorciar las parálisis histéricas de las típicas parálisis cerebrales con etiología y base orgánica cerebral. Separarlas, divorciarlas, podría resonar a herejía entre sus colegas. De hecho, así se lo hace saber en una carta a Fliess (Nº 27), no casualmente días antes que comenzara a escribir, en 1895, su Proyecto de Psicología para Neurólogos.  "La psicología es realmente un calvario...Realmente yo solo quería explicar la defensa; pero me encontré explicando algo que pertence al núcleo mismo de la Naturaleza. He tenido que elaborar los problemas de la cualidad, el dormir, la memoria: en suma, la psicología entera".

De hecho, en la Introducción del Proyecto -y seguramente un tanto "condicionado" por las circunstancias-, para no remover el avíspero, el Maestro dejaría en claro que "...la finalidad de este Proyecto es la de estructurar una psicología que sea una ciencia natural; es decir, representar los procesos psíquicos como estados cuantitativamente determinados de partículas materiales especificables, dando así a esos procesos un carácter concreto e inequívoco..."

Queda a la especulación aventurada de cada uno si las palabras de Freud, dede una visión un tanto intrigante, se orientaban en ese sentido cual Caballo de Troya que obligaría a bajar la guardia "cientificista" para desembarcar a "El Inconsciente" en los Sueños del año 1900, o si realmente emanaba todavía de su literatura una fuerte pregnancia positivista, a pesar que en el texto ya se avizoraba conceptualmente la irrupción del aparato psíquico. Cabe mencionar, para clarificar el plano de las especulaciones, que Proyecto fue publicado recién en 1950, once años después del fallecimiento de Freud.

Hasta aquí, podríamos intentar convencer sobre la cientificidad del por entonces naciente psicoanálisis al "cientificista" de ocasión que ponga en duda los orígenes "científicos" de nuestra práctica analítica. De hecho, muchas veces se suele acudir al Proyecto para pretendidamente -y a veces con cierta torpeza- dar cuenta que la cuna del psicoanálisis no fue un cuento de hadas ni el producto emanado de un repollo sino más cercana a tubos de ensayo, partículas y laboratorios.

Sin embargo, una publicación de 1891 del "joven" Freud sobre La Afasia  -cuatro años antes de su Proyecto-no solo da cuenta sobre la mirada "biologicista" del Maestro, sino por sobre todas las cosas, poniendo una lupa refinada, hasta sienta las bases sobre el concepto del Inconsciente, presentado en sociedad en 1900 con la Interpretación de los Sueños y -felizmente- rescatado por Jacques Lacan en su notable y subversivo Informe de Roma de 1953.

Como bien lo destaca el Prólogo del Profesor E. Stengel en la Edición de 1953 (cuando aparece por primera vez la traducción al inglés) , influido por uno de los más destacados neurólogos de la época, el inglés John Hughlings Jackson, Freud destaca: "Al evaluar las funciones del aparato del lenguaje en condiciones patológicas estamos adaptando como principio rector la doctrina de Hughlings Jackson, según la cual todos estos modos de reacción representan casos de retrogresión, desinvolución, de un aparato sumamente organizado, y corresponden, por tanto, a estados previos de su desarrollo funcional. Esto significa que, en cualquier circunstancia, un ordenamiento de asociaciones que, por haber adquirido posteriormente, pertenece a un nivel de funcionamiento, se perderá, mientras que los ordenamientos más recientes y simples se mantendrán. Desde este punto de vista, es posible explicar gran número de fenómenos afásicos".

Destacamos retrogresión (del alemán Rückbildung) independientemente de su traducción. En realidad, en honor a una comprensión conceptual, correspondería traducir a la regresión como fenómeno psíquico. No conforme, podemos además sorprendernos como el término "función" y "aparato del lenguaje" prácticamente como Amo y Señor del "aparato psíquico"  que muy pocos años después ingresaría al Olimpo de los Dioses del Inconsciente para no irse nunca más.

Cabría preguntarse por qué tantos "freudianos" salieron a rasgarse sus impolutas vestiduras cuando en el "Discurso de Roma" pronunciado el 26 de Septiembre de 1953 -que hacemos referencia líneas arriba-, Lacan baja a la tierra su Función y Campo de la Palabra (que no pudo ser oportunamente pronunciado en el Congreso de Psicoanalistas de Lenguas Romances debido a su sustancial longitud) y lanza una bomba que hasta el día de hoy resuena y repiquetea con sus esquirlas en el campo del psicoanálisis: "El Inconsciente está Estructurado como Lenguaje".

"Volvamos a Freud", dijo justamente Lacan en 1953 cuando se separa del atolladero en que se encontraba el Inconsciente (y la práctica analítica) convertido en un crisol sobreabundante de imágenes "arcaicas" proyectadas e introyectadas. Pareciera que ese "retorno a Freud" que Lacan -no gratuitamente para él- propuso, y nos propuso, no se remitía solamente a la obra "madura" del Maestro. El "positivista" Freud de La Afasia ya estaba presente en el pretendido retorno y salvataje de Lacan.

Casi como homenaje a una boutade de Napoléon, a veces nos olvidamos que -seguramente- sin ponerse colorado, dos veces a lo largo de su obra (una en 1912 y la otra en 1924) nuestro Maestro afirmara que "la anatomía es el destino". Estaríamos casi en condiciones de afirmar que en los últimos años algunos notables analistas se han tomado muy en serio la "predicción" de Freud.























 
 

jueves, 7 de febrero de 2013

SIGMUND FREUD Y CARL JUNG, UN AMOR "IMPOSIBLE"




SECCIÓN PSICOANÁLISIS (i)MITO

En distintos artículos de esta Sección de El Diván Rojo, retomando algunas conjeturas por demás instauradas en el llamado imaginario popular -en gran parte con una contribución destacada de biografías no del todo "autorizadas"-, nuestro Maestro ha sido acusado de algunos "crímenes" que en tiempos no muy remotos quizás hubieran sido objeto de, al menos, una condena simbólica, suficiente para decretar una pena de reclusión -y repudio- moral y social  (ver http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/01/si-freud-tomo-cocaina.html )
Si nuevamente nos encontráramos imaginariamente a nuestro interlocutor mítico del artículo mencionado (ese que socarronamente nos señalara por ejemplo que "...pero ese Freud que ´le daba´a su propia cuñada y ´se daba´con todo era un degenerado y merquero" -con toda la razón del mundo desde el punto de vista autobiográfico independientemente del juicio de valor-), el hombre podría redoblar la apuesta y agregar, nutrido de los más retrogrados prejuicios de cierto "Imaginario" que: "...pero ese Freud que ´le daba´a su propia cuñada y ´se daba´con todo era un degenerado y merquero, y encima de todo, homosexual..." (algo que desde cierto punto -también prejuicioso- conllevaría a cierta contradicción con los "affaires" del Maestro con su cuñada Minna).

Cuando nos abocamos a leer las cartas entre Freud y su fugaz discípulo Jung, particularmente las que pondrían fin a su relación científica-"amorosa" en 1913,  cualquier desprevenido -o no tan desprevenido- podría llegar a soslayar que nuestro interlocutor mítico quizás no estaría tan equivocado.

A comienzos de ese año, la fascinación de Jung por La Interpretación de los Sueños de Freud publicada en 1900 ya parecía "cosa del pasado". El idilio epistolar iniciado en 1906 -posteriormente a que Jung remitiera al Maestro un bosquejo llamado Estudios Diagnósticos de la Asociación- había llegado a su fin, y para siempre. Como así también las ilusiones mutuas del legendario viaje a Nueva York de 1909 que hacemos alusión en la nota que inaugura esta Sección El Psicoanálisis, la Birome, Freud, El Dulce de Leche, el Mito, Los Ricos, Los Pobres (http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/01/el-psicoanalisis-la-birome-freud-el.html

A los largo de los no muchos años de sus debates por correspondencia, como cuando se visitaban mutuamente, las largas horas de parlamento nunca pudieron acercar posiciones sobre temas cruciales para el naciente psicoanálisis de por entonces (que mantienen su importancia estratégica en la clínica analítica del presente): si bien la discrepancia más conocida suele ser en torno a la envergadura que Jung otorgaba a los "fenómenos ocultos" (bajo su propia concepción de "lo Inconsciente" y posteriormente "Inconsciente Colectivo") y al llamado "misticismo", como así también lo que "el discípulo" llamaba "restos arcaicos" (bajo el estudio de la simbología alquímica de distintas culturas y los correspondientes "arquetipos"), lo que sería irreconciliable por fuera de la antinomia "cientificidad vs. misticismo" sería la concepción de la líbido: el discípulo de Zurich sostendría hasta sus últimos días un quantum "no sexual" como "energía psíquica indiferenciada".

La ruptura de 1913 condenaría a Jung al ostracismo y el aislamiento de la comunidad psicoanalítico internacional en desarrollo, salvo por la compañía de sus dos escuderos eternos Maeder y Riklin.  

Volvamos a las razones de nuestro interlocutor imaginario. El tridente calificativo endilgado a Freud bajo el manto de un cúmulo clásico de prejuicios originados en "la moral y las buenas constumbres" ("adúltero", "merquero" y "puto") podría cumplir tranquilamente lo que se dijo y se dice de cualquier celebridad patriótica o hasta farandulera a la hora de jugar con lo que comúnmente llamamos "morbo". Transcribamos algunos párrafos de las cartas del "despecho" de comienzos de 1913.

Viena, Enero de 1913
Estimado Señor Presidente
Estimado Doctor

 
... En consecuencia, propongo que abandonemos nuestra amistad enteramente, no pierdo nada con ello pues mí único vínculo emocional con Ud., ha sido durante un largo tiempo, un delgado hilo, debido al prolongado efecto de pasados desacuerdos y Ud. Tiene todo a ganar, en vista del reparo que recientemente hizo en Munich acerca del efecto de una profunda amistad con un hombre que inhibía su libertad científica. Por consiguiente diré: tome su “total libertad” y ahórreme sus supuestas “charlas personales en beneficio del interés general de su ciencia (rama de esfuerzo). Ud. Nunca tendrá motivos para quejarse por falta alguna de cortesía de mi parte. En cuanto a nuestro común entendimiento y la persecución de objetivos científicos concierne, quiero decir: No existe para ello más razón en el futuro que en el pasado.
Por otra parte, espero lo mismo de Ud.
Saludos

Freud
  

Kusnacht –Zurich, 6 de Enero de 1913


Querido Profesor Freud:

 

Accedo a su deseo de abandonar nuestra amistad, pero nunca tiraré (por la borda) la mía con su persona. Ud. Mismo es el mejor juez para saber lo que en este momento le significa.

El resto es silencio.

PD: Gracias por aceptar los papeles de Burrows

Sinceramente suyo,

Jung

  
Vaya expresión de despecho y desamorío mutuo, en este caso, entre dos personas del mismo sexo. Cambiando algunos términos y palabras (no muchos), hasta podríamos armar una carta de ruptura amorosa de una pareja adolescente en cualquier obra de teatro.

A no asustarse. Años antes del "divorcio", tanto en La Interpretación de los Sueños, como también en Tres Ensayos para una Teoría Sexual (1905), el Maestro sostenía de manera inclaudicable que todo ser tiene como denominador común una "constitución bisexual originaria" y que ciertas mociones homosexuales latentes puestas en juego en las amistades serían objeto de represión. Quizás la moción homosexual inevitable y proveniente de la (toda) "constitución bisexual originaria" tendría un destino un tanto más "trágico" cuando en 1911 -dos años antes de la ruptura con Jung- sería señalada por Freud como una de las causas fundamentales para los desencadenamientos psicóticos en las parafrenias, con el legendario análisis (biográfico) de las "Memorias" del "neurópata" Daniel Paul Schreber. La verwerfung después terminaría divorciada completamente del concepto de "represión".

Años más tarde, además, con el Complejo de Edipo aparecido en escena de la obra freudiana, hasta el llamado "Edipo negativo" sería algo "normal". 

Ya podemos estar tranquilos y contarle a nuestro -a esta altura molesto- interlocutor imaginario que la virilidad masculina del Maestro está a salvo. Nadie se hubiera imaginado que los fantasmas, los cuales el propio Jung creía literalmente desde su concepción de la líbido que señalaramos párrafos arriba, podrían salir del hermético cofre del Inconsciente con estas atrocidades. Sí, Jung -con cierta rigurosidad científica más sustentable que el pensamiento mágico de los niños- creía en los fantasmas. Y nuestro Maestro -a quien desde luego le parecía una creencia disparatada- los convocaba y azuzaba, seguramente sin darse cuenta.

Hernán Scorofitz


miércoles, 6 de febrero de 2013

DEL DERRUMBE DE ALMA ATA AL APLASTAMIENTO DEL SUJETO





Trabajo presentado y publicado por Hernán Scorofitz en el IV Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XIX Jornadas de Investigación y el VIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR realizado entre el 27 y 30 de Noviembre de 2012 en la Facultad de Psicología (Universidad de Buenos Aires)



El principal objetivo expresado en la simple consigna unimembre “Salud para todos en el año 2000 suscripto por 134 países y 67 organizaciones  el 12 de septiembre de 1978 –hace casi 35 años- , resultado de la Primera Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud realizada en la ciudad de Alma Ata, Kazajistán (ex URSS) se encuentra disuelto en un encono de sombras, al menos si se trata de contrastar dicha meta elevada en la llamada “Declaración de Alma Ata” con los resultados fácticos en el campo de lo que comúnmente concebimos como “Salud” en todo nuestro planeta.  



A los fines de describir cierto orden cronológico en lo que respecta al “articulado” a través de una simultánea contrastación con el desenvolvimiento de los hechos históricos más trascendentales de los últimos 35 años, sin perder de vista la pretensión de marcar una crítica política, ideológica y hasta a la concepción subjetiva –desde el psicoanálisis- contenida en su lógica holística, comenzamos por su punto fundante, el primero.


La Conferencia reitera firmemente que la salud, estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, es un derecho humano fundamental y que el logro del grado más alto posible de salud es un objetivo social sumamente importante en todo el mundo, cuya realización exige la intervención de muchos otros sectores sociales y económicos, además del de la salud  [i]

Disparen contra un Sujeto


Nada nuevo bajo el sol. Si lo primero fue el verbo (“reitera”), y el Sujeto de la oración bimembre es el colectivo “La Conferencia”, se destaca la repetición de un principio categórico y también (re)fundador por parte de la Organización Mundial de la Salud en 1947 sobre el sentido del significante o categoría “Salud”, momento en que se intentó desterrar al mismo del campo “reduccionista” -equiparable a un “estado de ausencia de enfermedad o afección”- para reubicarlo en la noción de “completo bienestar” anudado a la tripartición “físico”, “mental” y “social”. Lo reivindicado  hasta el día de hoy sobre el supuesto viraje conceptual propuesto por la OMS en 1947 –y reafirmado más de 30 años después en Alma Ata- en relación a la incorporación de la variable “social” como parámetro simétrico con lo “físico” y/o “mental” en relación a lo que se debería entender como “salud”,  parece plantear en un principio algunos desavenencias, al menos, para quienes pretendemos desenvolver la práctica clínica psicoanalítica en lo que concebimos como el terreno del padecimiento de EL Sujeto –o mejor dicho de UN Sujeto- .


En un principio, ambas declaraciones colocan la categoría de Salud en la columna de “completo - bienestar”, cual Ideal de lo posible, a partir de determinadas coordenadas históricas, físicas, mentales y/o sociales que atraviesan la singularidad de un Sujeto. Dicho precepto se erige en las antípodas de las vicisitudes que inevitablemente entendemos desde el psicoanálisis que un Sujeto debe atravesar, independientemente de las condiciones sociales e históricas que lo determinen dentro de sus propias contingencias vivenciales y singulares, por el simple hecho de su condición de parlêtre (termino que desarrolla Lacan en el Seminario 23 conocido como Le Sinthome como sujeto mortificado y escindido por el significante). “Simplemente”, padece, desea, hace síntoma, es preso de sus mortificantes inhibiciones, se entierra en su angustia… porque habla, y cada tanto, desea. Independientemente de los llamados atravesamientos imaginarios, significaciones sociales y culturales, Eppure Si Muove…E Parla

Si agregamos el “pesimismo” del propio Freud sobre el Ideal moral y “humanista”  de “completo bienestar”, trazado años después en las declaraciones de 1947 y 1978, nos encontramos cada vez más lejos del paraíso perdido del “Estado de bienestar… completo”: empezando por el problema inercial del síntoma  que Freud expone desde su “compulsión de repetición” en “Recuerdo, repetición y elaboración” (1914) [ii] , hasta arribar en 1920 a su último “dualismo pulsional”, momento en el que Freud –con casi 40 años de práctica clínica- “sorprende” con la mala noticia que dará cuenta que en la vida anímica de cualquier Sujeto, siempre “el mal triunfaría sobre el bien” prevalencia tanática mediante en el aparato psíquico –inconsciente- : ‘La meta de toda vida es la muerte’.  [iii]

En el entrecruzamiento que venimos planteando hasta aquí, la definición de Salud como  “completo bienestar” en una presunta superación del concepto de “ausencia de enfermedad” poco puede hacer frente al irrenunciable malestar que resiste e insiste a través del síntoma en un Sujeto. Más aún, el “completo bienestar” termina por confundirse casi como un Imposible de lo Real. Tal cual lo definiera Lacan al síntoma –entre las diversas aseveraciones que tiene sobre dicho operador a lo largo de su obra- , “…como aquello que se pone en cruz para impedir que las cosas anden” (8) [iv], no solamente se vincula al sufrimiento de un Sujeto, sino por sobre todas las cosas a aquello prácticamente inextirpable con lo que hay que “saber hacer” (lejos de “eliminarlo” o suprimirlo), efecto ineludible de la cultura y el lenguaje.

Al homologar la etiología del padecer de un Sujeto simplemente a sus condiciones particulares de existencia cultural y social, esto es, des-responsabilizarlo de las mazmorras de su propio goce como de las postrimerías de su deseo ,resulta ni más ni menos que un aplastamiento de su singularidad, la propia muerte de El Sujeto. 


El horizonte trazado en Alma Ata expresado en la máxima “Salud para Todos” es retomado casi al aniversario del primer año de la caída del Muro de Berlín, cuando en nuestro país –entre otros- comenzaban a resonar el plapeo de la tormenta “neoliberal”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) convocaban en Caracas (Venezuela) a una Conferencia sobre la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina dentro de los Sistemas Locales de Salud (SILOS) para emitir una nueva Declaración –que resultó ser suscripta por parlamentarios y representantes técnicos de 23 países-, la primera suscripta después del documento de Alma Ata en 1978. [v]  


La Declaración de Caracas ratifica el espíritu y la meta establecida 12 años antes en Alma Ata: “Que la Atención Primaria de la Salud es la estrategia adoptada por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud y refrendada por los países miembros para lograr Salud Para Todos en el Año 2000 (punto 1, Considerandos). Sin embargo, el documento –a diferencia de la Declaración de Alma Ata- enfunda una especificidad en lo que respecta a distintos planteamientos en el campo de la Salud Mental, apuntando a dos aspectos centrales: la transformación de los modelos hospitalocéntricos (y monovalentes psiquiátricos) prevalentes en los sistemas públicos de Salud Mental, con el consiguiente desarrollo de dispositivos y herramientas de Salud comunitarias y locales como alternativa a la centralización hospitalaria. Así, sin titubear, la Declaración de Caracas casi al comienzo en el segundo punto del “Notando” establece “…Que el Hospital Psiquiátrico, como única modalidad asistencial, obstaculiza el logro de los objetivos antes mencionados…”: “…atención comunitaria, descentralizada, participativa, integral, continua y preventiva” (punto 1).


Los cinco puntos finales de la Declaración simplemente ratifican y afianzan el enfoque preventivo (Atención Primaria de la Salud) indisociable del modelo social comunitario en el campo de la Salud Mental: su primer punto insta a “Que la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica ligada a la Atención Primaria de Salud en los marcos de los Sistemas Locales de Salud permite la promoción de modelos alternativos centrados en la comunidad y dentro de las redes sociales”, mientras que el quinto y último punto declara “Que la capacitación del recurso humano en Salud Mental y Psiquiatría debe hacerse apuntando a un modelo cuyo eje pasa por el servicio de salud comunitaria…” 


El hecho que la principal organización mundial vinculada al campo de la Salud –e integrada por prácticamente todos los países “alineados” en la ONU- comience a instar a realizar  transformaciones sanitarias dotándose de conceptos –al menos en el plano del discurso- y propuestas originadas en corrientes y disciplinas que no se condicen –por lo menos en lo que respecta al plano ideológico formal- con los clásicos recetarios más retardatarios y reaccionarios de las clases dominantes, a los cuales suelen asociarlos inequívocamente con el llamado “discurso médico hegemónico” de la “psiquiatría clásica”, no puede al menos dejar de llamarnos la atención.  


Mejor prevenir que curar…y (psico) analizar


Comenzada la última década del siglo pasado, el enfoque preventivo en Salud Mental a través de la aplicación de modelos y dispositivos pretendidamente comunitarios frente al llamado “discurso médico hegemónico” comienza a ser asimilado por la gran mayoría de países capitalistas (desarrollados y subdesarrollados) en sus compromisos fijados a través de declaraciones frente a los organismos internacionales (OMS, OPS). En muchos Estados se instala un proceso de discusión y posterior sanción de marcos normativos y leyes locales (y nacionales) para regular los distintos sistemas de atención sanitaria bajo estos principios.

Curiosamente,  la Psicología Comunitaria, que comienza a desarrollarse en la década del ´70 en América Latina de la mano de muchos teóricos vinculados a “movimientos de liberación nacional”,  surge oficialmente en el propio corazón de la primer potencia imperialista dominante en nuestro mundo: Estados Unidos. Con el llamado “modelo conceptual de Caplan” (con antecedentes bastantes cercanos más en el tiempo que en el espacio con la denominada “Psiquiatría de Sector” en Francia con Daumezon y Bonafe, sumado a la actividad  de Franco Basaglia en la dirección del Hospital Psiquiátrico de Goritzia en inicios de la década del ´60 y cumpliendo las mismas funciones directivas en el Hospital Psiquiátrico de Trieste una década después), surgen las primeras experiencias en distintos estados norteamericanos en los años ´60 orientados por el enfoque “preventivo” (dividido en tres niveles) junto a la descentralización hospitalaria para el tratamiento de enfermedades mentales, a través de la apertura de Centros de Salud Comunitarios –los cuales muchos fueron cerrados durante la década del ´80 con el gobierno de Ronald Reagan-.


Si resulta “mejor prevenir que curar” para arribar a una “Salud Para Todos” (en el año 2000) como “Estado de completo bienestar físico, mental y social” a través de “modelos de atención comunitaria en Salud Mental” que retoma  la Declaración de Caracas, a esta altura, lo que queda desplazado del centro de gravedad conceptual ya no son solamente los resabios de la llamada “hegemonía médica” en el “saber oficial”, ni siquiera el concepto de “ausencia de enfermedad” sino es el propio Sujeto y la singularidad de su padecer. 

El término “Sujeto” como podríamos a grosso modo elevarlo a un estatuto de singularidad padeciente y deseante, con su capacidad de producción síntomática y demanda de saber, en las vías de constituirse como un potencial “usuario” de un espacio clínico y analítico singular, transferencia mediante, queda hecho trizas en el nuevo paradigma comunitarista. La Declaración de Caracas se anticipa cuatro años a la Cuarta Edición del Manual de Diagnósticos y Estadístico de los Trastornos Mentales (conocido comúnmente como DSM IV), donde a diferencia de las tres ediciones previas, desaparece de sus líneas el término “Sujeto”. Si en las sagradas escrituras médicas y sus nuevas ediciones el término “trastorno” iría desplazando gradual y silenciosamente al “Sujeto”, el documento en Caracas no azarosamente repetiría el mismo desliz, aunque “comunidad” resuene para muchos oídos más “políticamente correcto” que “trastorno”.


El Porvenir de una Ilusión Comunitaria como Bienestar Completo

Prevención y comunidad resultan dos términos inseparables en la ilusión de evitar arribar a una instancia de padecimiento subjetivo del “caso por caso”, pretendiendo desconocer el “malestar en la cultura” a través de la detección precoz del “malestar de tal o cual cultura”, trabajando sobre aquella “constelación multifactorial integrada por todas las actividades, instituciones, normas e interacciones que se dan en una comunidad que el eximio psicoanalista José Bleger presentó como factor de análisis en su célebre Psicohigiene y Psicología Institucional [vi]  

Ya no son los psicofármacos prescriptos por el psiquiatra sino los significantes amos del Ideal del psicólogo comunitario. Benzodiacepina es sustituida por “empoderamiento”,  el antidepresivo por la “autogestión” y antipsicóticos por “solidaridad” o la “horizontalidad” en las relaciones entre los miembros de la comunidad. Empoderamiento, autogestión u horizontalidad impartidos como demanda de Otro a los miembros de la comunidad bajo el Ideal del “bien común” (de la comunidad).

El psicólogo como “agente de cambio social” pasaría a implicarse en los problemas de “la comunidad”. Conceptos como “transferencia”, “neutralidad” o “abstinencia” quedan absolutamente desterrados de “la comunidad” y condenados al exilio en una denunciada praxis de lo singular –el psicoanálisis- como supuesta expresión de un “individualismo para las elites”.

Que los significantes amos rectores del trabajo del psicólogo comunitario pasen a ser empoderados por los miembros de “la comunidad –y adaptados a la “autogestión” de los problemas cotidianos- se constituiría como una perspectiva de arribo al “paraíso perdido” del “Estado de completo bienestar físico, mental y social. Si bien Jacques Lacan durante gran parte de su obra intentó señalar críticamente las contradicciones insalvables de los psicoanalistas “posfreudianos” quienes direccionaban sus tratamientos y “curas” por medio de la identificación con el Ideal del analista, para el caso, la llamada prevención estaría también dotado de la misma lógica posfreudiana denunciada por Lacan: la identificación imaginaria con el Otro (comunitario) a través de un (nuevo) Discurso del Amo. 

Entrada la tercer década del siglo pasado, frente al advenimiento del fascismo y consumada pocos años atrás la primer revolución proletaria de la historia de la humanidad, Freud reconocía en Psicología de las Masas y Análisis del Yo que “La psicología individual es al mismo tiempo social ya que en su vida anímica el individuo no puede evitar sus vínculos con otros”. Sin embargo, el “bienestar completo” se plantea como una variable incompatible con un Sujeto “social”. En la renombrada obra El Malestar en la Cultura, el “pesimista” Freud también denuncia la indefectible tensión para cualquier individuo (o sujeto) inmerso en el campo de la cultura, la cual inevitablemente demanda permanentemente renuncias y sacrificios pulsionales. No reducidas al plano de la satisfacción sexual, sino por sobre todas las cosas amplificadas al propio lazo social vinculadas con las mociones más arcaicas y agresivas del ser “social”. Remitiéndonos al propio Freud en relación a la cultura, “se vale de todos los medios y promueve todos los caminos para establecer fuertes identificaciones entre los miembros de la comunidad, moviliza en la máxima proporción una líbido de meta inhibida al fin de fortalecer los lazos comunitarios mediante vínculos de amistad. Para cumplir estos propósitos es inevitable limitar la vida sexual”. [vii]
 
Casi tres décadas después, Jaques Lacan en el Seminario sobre La Ética del Psicoanálisis, retomando El Malestar de Freud, señalaría que “el goce permanece tan interdicto para nosotros como antes –como antes de que supiésemos que Dios está muerto, y de que el goce es un mal. Freud nos lleva a ello de la mano – es un mal porque entraña el mal del prójimo”. [viii]
 
Pareciera para muchos que el Sujeto (del inconsciente) tiene una pertenencia exclusiva de clase (social), de tiempo y espacio. Nada más alejado de la realidad. Aún con las dificultades existentes en la práctica clínica hasta hoy, el dispositivo analítico ha demostrado tener la suficiente flexibilidad para adaptarse a variados encuadres sin perder la perspectiva de la emergencia del Sujeto: el arribo a su verdad (inconsciente), como fuente más cercana al problema de la causa y la pregunta por el Deseo, por un Deseo.

En el año 1923, Freud se anticipaba a los dilemas que podían presentarse para la práctica analítica frente a una eventual demanda de análisis “en masa”, o de “las masas”. Al momento de prologar un texto de su amigo Max Eitingon (primer psiquiatra en tomar contacto con Freud para interiorizarse sobre el psicoanálisis, fundador a su vez del Primer Policlínico Psicoanalítico de Berlín), “optimista” por el futuro de la práctica del psicoanálisis frente a su “pesimismo” por el inevitable “Malestar en la Cultura”, afirmaba: “Si además de su importancia científica el psicoanálisis tiene valor como método terapéutico, si es capaz de prestar auxilio a la humanidad sufriente en su lucha por cumplir las exigencias de la cultura, entonces este auxilio también debe ser dispensado a la gran masa de aquellos que son demasiado pobres para retribuir con sus propios medios la ardua labor del analista. He aquí una necesidad social particularmente perentoria en una época que, como la nuestra, es de incontenible pauperización para las capas intelectuales de la población, expuestas en mayor grado al peligro de la neurosis.[ix]


[i]  http://www.paho.org/Spanish/dd/pin/alma-ata_declaracion.htm
[ii]  Freud, S.: “Recuerdo, repetición y elaboración”, págs. 1684 y 1685. Ed. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Madrid, 1973.
[iii] Freud, S.: “Más allá del principio del placer”, pág. 2526. Ed. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Madrid, 1973.
[iv] J. Lacan: “La Tercera” en Intervenciones y Textos 2, Editorial Manantial, 1988, Buenos Aires, Argentina – pág. 84
[v]  http://www.oas.org/dil/esp/Declaracion_de_Caracas.pdf
[vi]  Bleger, J. Psicohigiene y Psicología Institucional. Biblioteca del Hombre Contemporáneo. Editorial Paidos. 1976.
[vii]  S.Freud, “El malestar en la cultura” (1930(1929)). O. C., Amorrortu, Buenos Aires, 1986, vol XXI, cap. V,   (pp. 105-112)
[viii]  J.Lacan: El Seminario VII, La Ética del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1988, cap. XIV (pp. 217-230)
[ix]  Sigmund Freud, "Prologo para un libro de Max Eitingon". BN, tomo VII, pag. 2820.




Bibliografía

·        Bleger, J. (1966), Psicohigiene y Psicología Institucional. Buenos Aires, Biblioteca del Hombre Contemporáneo, 1976.
·        Declaración de la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, Alma Ata, URSS, 6-12 de Septiembre de 1978.
·        Declaración de la Conferencia Regional de Salud Mental, Ciudad de Panamá, 7 y 8 de octubre de 2010.
·        Declaración de la Conferencia sobre la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina dentro de los Sistemas Locales de Salud, OMS/OPS, Caracas, Venezuela, 14 de noviembre de 1990.
·        Freud, S. (1914) “Recuerdo, repetición y elaboración”. En Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973.   
·        Freud, S. (1920), “Más allá del principio del placer”. En Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973.  
·        Freud, S. (1930), “El Malestar en la Cultura”. En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1986.
·        Freud, S. (1923),  Prologo para un libro de Max Eitingon. En Obras Completas,  Madrid,  Biblioteca Nueva. Tercera Edición, 1973
·        Freud, S. (1921) “Psicología de las Masas y Análisis del Yo”. En Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, Tercera Edición, 1973.
·        Lacan, J. (1959-1960) El Seminario de Jacques Lacan. Libro VII. La Ética del Psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1988.
·        Lacan, J. (1974) La Tercera en Intervenciones y Textos 2. Buenos Aires, Editorial Manantial, 1988.
·        Lacan, J. (1975-1976),  El Seminario de Jacques Lacan. Libro XXIII. El Sinthome. Buenos Aires, Paidós, 2006.
·        Montero, M. (2003), Teoría y Práctica de la Psicología Comunitaria. Buenos Aires, Paidós, 2006.


 


lunes, 4 de febrero de 2013

VI-ENVENIDOS A LA LOCURA ADELANTE



Leyenda en pared de escalera entre PB y Primer Piso Pabellón Central Hospital Borda


SECCIÓN PAREDES /QUE HABLAN/ DEL BORDA

Sería verdaderamente una "locura" recorrer el Hospital de Gastroenterología Udaondo de la Ciudad de Buenos Aires y leer en alguna muralla  "Bienvenidos a la Peritonitis, haga bien la digestión"; también sería una "locura" que a cualquiera que pase por Hospital de Rehabilitación Respiratoria María Ferrer se le desee una buena estadía (en caso que no utilice ningún servicio de internación) con la leyenda en algún tabique "Bienvenidos al Ahogo, tómese un respiro". Lo mismo, por ejemplo, podría valer para el Hospital de Infecciosas Francisco Muñiz, donde no sería del todo feliz un buen augurio por esos pasillos bajo un cartel que reze "Bienvenidos a la Infección, consígase antibióticos".

Algo en común tienen esos tres hospitales con el Hospital Borda, y no solo su ubicación georgráfica en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. A diferencia de cualquier hospital general (o para describirlo más técnicamente "polivalente"), se supone que su razón de existir radica en el tratamiento de una patología diagnosticada para su abordaje médico y clínico

Creería que hasta el momento nunca se han dado como signos divinos cuadros de disneas, náuseas, infecciones o afines. En todo caso, sintomatologías parecidas han sido atribuídas a lo largo de la historia a posesiones demoníacas, al igual que la locura -bajo la ideología oscurantista clerical imperante durante siglos-.

Sin embargo, "ella" ha conocido en determinados momentos de la historia el privilegio -a diferencia de las disneas y  las enfermedades infecciosas- de ser concebida como una deidad. Seguramente en muchos casos por personajes que nunca tuvieron que lidiar con lo más siniestro y -lo- Real de la locura.

En la Antigua Grecia, Herodoto atribuía una doble clasificación a la locura: la humana (con una etiología orgánica) y la "divina", como expresión sobrenatural del pensamiento popular. No es poca cosa que este pensamiento del llamado "vulgo" solían asociar a Dioses como Ares, Zeus, Apolo, Dionisio o Afrodita con los trastornos mentales. Bastantes siglos después, el humanista Erasmo de Rotterdam, con su ensayo Elogio de la Locura -escrito en la casa de Tomás Moro y preludio para sus constantes choques con la Iglesia Católica de la época- invertiría algunos papeles elevando como juez a "la locura" y como "acusada" a la razón. Algo ciertamente revolucionario teniendo en cuenta que lo único que conocía el loco por entonces eran condenas por presuntas "herejías" y la confinación sin destino en "La Nave de los Locos" como solución "divina".

Al día de hoy, algunas corrientes filosóficas siguen haciendo cierta reivindicación de "lo loco" de la locura, supuestas "líneas de fuga" (sic) de los "aparatos de captura" simbólica de las culturas binarias y opresivas. Me reservo mi opinión, o en todo caso me opongo, por conocimiento sobre el padecer del loco en sus "fugas".

Así las cosas, no debería sorprendernos que una pared "del Borda", que "habla", o una pared "que habla del Borda" nos invite a pasar con su letrero de caligrafía y ortografía un tanto precaria y no reglada (la regla como ordenador de la Ley es lo que justamente no opera en las psicosis) con su "Vienvenidos a la Locura Adelante". 

La locura infunde terror, fascinación, compasión. Quien nos haya dado la "Vienvenida" -¿un "loco" asilado? ¿un "cuerdo" entusiasta?- a ella, "la locura", autorizándonos el paso con el "Adelante", seguramente por intución, delirio o "conocimiento de causa", se habrá aventurado a que ese "Adelante" se convierta como signo en una luz verde para avanzar a paso redoblado hacia eso "siniestro" (no desde la adjetivación peyorativa sino desde la acepción freudiana), sea el terror, la fascinación o la compasión.

Pude comprobar que no es un mito sino una verdadera realidad que muchos "cuerdos" que por distintas razones recorren por primera vez el Hospital Borda terminan su travesía por los pasillos verdadera y literalmente conmovidos. Quienes habitualmente -generalmente por tareas profesionales- recorremos los pasillos del Borda, ya no nos conmovemos. Ese Real (lacanianamente hablando) que sucumbe al "primerizo" en la recorrida, ya ha sido asimilado, hasta naturalizado. Si se trata de ciertos anticuerpos para trabajar clínicamente con la locura, esa naturalización sirve. El "envés" es peligroso: naturalizar lo Real puede trasladarnos a cierta "deshumanización" frente al Otro que padece, aún desviciando todo enfoque  "humanista" en nuestra práctica clínica.

Recorrer el Borda, pasar "adelante" luego de la "Vienvenida" encontrarse por primera vez rodeado de un ejército de "sin nombres" que deambulan por rincones y jardines, corriendo el riesgo que se acerquen a pedirnos "algo", o a que supongamos que nos piden algo porque "no se les entiende cuando hablan".

No es casualidad que la imagen que nos devuelve generalmente el significante "Borda" sea esa, la dantesca, aún cuando quizás nunca hayamos pisado ni siquiera una de sus baldosas. Oculto de ese significado quedan sus espacios de "pre-alta", de reinserción, sus talleres, sus consultorios externos. ¿La única excepción? Radio La Colifata, su Frente de Artistas, o Cooperanza ( nunca reconocidos formal e institucionalmente como Servicios del Hospital).

Hay dos tipos de "sobrevivientes" al interior de sus muros: los pacientes "vivientes" por décadas, y los profesionales que deben vencer la adversidad de una institución que desde hace años figura en la mira para ser vaciada y posteriormente cerrada, sumado a los "gajes del oficio" de adentrarnos en el delirio para aliviar los padecimientos del loco y contribuir a soldar una ficción de vida que carece del "tornillo" al que nuestras abuelas solían referirse en relación a "los locos", a los que... "les falta un tornillo" (o en todo caso un Significante vital de la Metáfora Paterna lacaniana que hice referencia en el Prólogo de esta nueva Sección http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/02/seccion-paredes-que-hablan-del-borda.html).

Muchos encumbrados referentes del "progresismo" -y no solo las administraciones ajustadores- en nombre de las transformaciones de las instituciones sanitarias y la lucha contra el "encierro del loco", baten el parche para cerrar "el manicomio". Cuando decidimos aceptar la invitación del "Vienvenidos a la Locura Adelante" quizás constatemos que el Hospital Borda alberga, asila (una "mala palabra"), aloja y a su vez, fagocita y cronifica "la locura", o mejor dicho, a sus "usuarios" (del Hospital, y de "la locura"). 

Un festival de contradicciones ambiguas con las que tratar. Tratar con la locura es impredecible, un verdadero arte, una apuesta a que el loco recobre esa subjetividad arrasada, dentro o fuera de sus muros, aún sin "el tornillo de nuestras abuelas". Cada quien y cada cual, en esa aventura, sabrá darse por convocado cada vez que lea "Ví-Envenidos a la Locura Adelante".