Me atrevo a decir que quizás debo estar entre no muchos que les llamó la atención "algo" del principal título de Clarín en el día de hoy referente a la reciente designación del Cardenal Bergoglio como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Independientemente de todos los debates que en los últimos días -ya a una escala mundial-se vienen suscitando sobre el pasado de Bergoglio en la dictadura.
"Amén" del casi comprobado vínculo "non sancto" del ahora Santo Padre con la otrora agrupación peronista derechista Guardia de Hierro y particularmente por su gestión de nombramiento del genocida Emilio Massera como Doctor "Honoris Causa" en el año 1977 en la Universidad del Salvador, sumado a su por lo menos "pasiva" defensa de dos sacerdotes jesuitas secuestrados por la dictadura militar.
"Amén" también que en las últimas horas, varios medios y hasta referentes de renombre oficialistas nacionales, han pasado de "edulcorar" sus denuncias por el pasado de Bergoglio a elevar la figura del nuevo "Papa de los Pobres".
Jacques Lacan sostenía que "toda comunicación humana está fundada en el malentendido". En su Discurso de Roma de 1953, removió las santas bases de la "sesión analítica estándar" de los "religiosos" 50 minutos santificados por los analistas "posfreudianos", proponiendo la puntuación en la sesión, una verdadera provocación: algo así como suspender la sesión cuando un silencio, un fallido, una palabra "plena" irrumpe, independientemente que sea a los 10 minutos del comienzo de la misma. Esto, entre otros "pecados", le valió la "excomunión" a Jacques Lacan de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) fundada por Freud en 1910.
“Así,
es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del
sujeto. Por eso la suspensión de la sesión de la que la
técnica actual hace un alto puramente cronométrico, y como
tal indiferente a la trama del discurso, desempeña en él
un papel de escansión que tiene todo el valor de una intervención
para precipitar los momentos concluyentes. Y esto indica liberar este
término de su marco rutinario para someterlo a todas las finalidades
útiles de la técnica.”
De esta manera, el tiempo pasa a ser un operador a partir de una puntuación que suspende la diacronía discursiva del "bla bla" del paciente.
Leer (en este caso el título de un diario) también es escuchar. Y cuando escuchamos, también puntuamos.
Lo primero que leí en la tapa de Clarín de hoy:
"EL VATICANO DESVINCULÓ,(coma)...AL PAPA DE LA DICTADURA" Me pregunté "de qué cosa habría desvinculado el Vaticano a Bergoglio..o al Papa de la Dictadura".
Evidentemente el "error" (?) garrafal de redacción de Clarín resultó ser omitir simplemente...un signo de puntuación: la coma. Si Clarín hubiera titulado "EL VATICANO DESVINCULÓ AL PAPA, (coma) DE LA DICTADURA".. o "EL VATICANO DESVINCULÓ DE LA DICTADURA AL PAPA FRANCISCO" o algo así, quizás mi propio Inconsciente no hubiera saltado como un resorte.
Pero aparentemente el Inconsciente de Clarín despertó al mío. "Clarín, por hoy dejamos acá, terminamos la sesión".
Hernán Scorofitz
Me pasas tu mail? voy a entrar a mitad de año a psico y tengo unas dudas.
ResponderEliminarSaludos,
Marina.
hscorofitz@gmail.com. Saludos.
ResponderEliminarExcelente análisis!
ResponderEliminarGracias Alexandra!
ResponderEliminarSaludos