SECCIÓN PSICOANÁLISIS (i)MITO
En distintos artículos de esta Sección de El Diván Rojo, retomando algunas conjeturas por demás instauradas en el llamado imaginario popular -en gran parte con una contribución destacada de biografías no del todo "autorizadas"-, nuestro Maestro ha sido acusado de algunos "crímenes" que en tiempos no muy remotos quizás hubieran sido objeto de, al menos, una condena simbólica, suficiente para decretar una pena de reclusión -y repudio- moral y social (ver http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/01/si-freud-tomo-cocaina.html )
Si nuevamente nos encontráramos imaginariamente a nuestro interlocutor mítico del artículo mencionado (ese que socarronamente nos señalara por ejemplo que "...pero ese Freud que ´le daba´a su propia cuñada y ´se daba´con todo era un degenerado y merquero" -con toda la razón del mundo desde el punto de vista autobiográfico independientemente del juicio de valor-), el hombre podría redoblar la apuesta y agregar, nutrido de los más retrogrados prejuicios de cierto "Imaginario" que: "...pero ese Freud que ´le daba´a su propia cuñada y ´se daba´con todo era un degenerado y merquero, y encima de todo, homosexual..." (algo que desde cierto punto -también prejuicioso- conllevaría a cierta contradicción con los "affaires" del Maestro con su cuñada Minna).
Cuando nos abocamos a leer las cartas entre Freud y su fugaz discípulo Jung, particularmente las que pondrían fin a su relación científica-"amorosa" en 1913, cualquier desprevenido -o no tan desprevenido- podría llegar a soslayar que nuestro interlocutor mítico quizás no estaría tan equivocado.
A comienzos de ese año, la fascinación de Jung por La Interpretación de los Sueños de Freud publicada en 1900 ya parecía "cosa del pasado". El idilio epistolar iniciado en 1906 -posteriormente a que Jung remitiera al Maestro un bosquejo llamado Estudios Diagnósticos de la Asociación- había llegado a su fin, y para siempre. Como así también las ilusiones mutuas del legendario viaje a Nueva York de 1909 que hacemos alusión en la nota que inaugura esta Sección El Psicoanálisis, la Birome, Freud, El Dulce de Leche, el Mito, Los Ricos, Los Pobres (http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/01/el-psicoanalisis-la-birome-freud-el.html
A los largo de los no muchos años de sus debates por correspondencia, como cuando se visitaban mutuamente, las largas horas de parlamento nunca pudieron acercar posiciones sobre temas cruciales para el naciente psicoanálisis de por entonces (que mantienen su importancia estratégica en la clínica analítica del presente): si bien la discrepancia más conocida suele ser en torno a la envergadura que Jung otorgaba a los "fenómenos ocultos" (bajo su propia concepción de "lo Inconsciente" y posteriormente "Inconsciente Colectivo") y al llamado "misticismo", como así también lo que "el discípulo" llamaba "restos arcaicos" (bajo el estudio de la simbología alquímica de distintas culturas y los correspondientes "arquetipos"), lo que sería irreconciliable por fuera de la antinomia "cientificidad vs. misticismo" sería la concepción de la líbido: el discípulo de Zurich sostendría hasta sus últimos días un quantum "no sexual" como "energía psíquica indiferenciada".
La ruptura de 1913 condenaría a Jung al ostracismo y el aislamiento de la comunidad psicoanalítico internacional en desarrollo, salvo por la compañía de sus dos escuderos eternos Maeder y Riklin.
Cuando nos abocamos a leer las cartas entre Freud y su fugaz discípulo Jung, particularmente las que pondrían fin a su relación científica-"amorosa" en 1913, cualquier desprevenido -o no tan desprevenido- podría llegar a soslayar que nuestro interlocutor mítico quizás no estaría tan equivocado.
A comienzos de ese año, la fascinación de Jung por La Interpretación de los Sueños de Freud publicada en 1900 ya parecía "cosa del pasado". El idilio epistolar iniciado en 1906 -posteriormente a que Jung remitiera al Maestro un bosquejo llamado Estudios Diagnósticos de la Asociación- había llegado a su fin, y para siempre. Como así también las ilusiones mutuas del legendario viaje a Nueva York de 1909 que hacemos alusión en la nota que inaugura esta Sección El Psicoanálisis, la Birome, Freud, El Dulce de Leche, el Mito, Los Ricos, Los Pobres (http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/01/el-psicoanalisis-la-birome-freud-el.html
A los largo de los no muchos años de sus debates por correspondencia, como cuando se visitaban mutuamente, las largas horas de parlamento nunca pudieron acercar posiciones sobre temas cruciales para el naciente psicoanálisis de por entonces (que mantienen su importancia estratégica en la clínica analítica del presente): si bien la discrepancia más conocida suele ser en torno a la envergadura que Jung otorgaba a los "fenómenos ocultos" (bajo su propia concepción de "lo Inconsciente" y posteriormente "Inconsciente Colectivo") y al llamado "misticismo", como así también lo que "el discípulo" llamaba "restos arcaicos" (bajo el estudio de la simbología alquímica de distintas culturas y los correspondientes "arquetipos"), lo que sería irreconciliable por fuera de la antinomia "cientificidad vs. misticismo" sería la concepción de la líbido: el discípulo de Zurich sostendría hasta sus últimos días un quantum "no sexual" como "energía psíquica indiferenciada".
La ruptura de 1913 condenaría a Jung al ostracismo y el aislamiento de la comunidad psicoanalítico internacional en desarrollo, salvo por la compañía de sus dos escuderos eternos Maeder y Riklin.
Volvamos a las razones de nuestro interlocutor imaginario. El tridente calificativo endilgado a Freud bajo el manto de un cúmulo clásico de prejuicios originados en "la moral y las buenas constumbres" ("adúltero", "merquero" y "puto") podría cumplir tranquilamente lo que se dijo y se dice de cualquier celebridad patriótica o hasta farandulera a la hora de jugar con lo que comúnmente llamamos "morbo". Transcribamos algunos párrafos de las cartas del "despecho" de comienzos de 1913.
Viena, Enero de 1913
Estimado Señor Presidente
Estimado Doctor
...
En consecuencia, propongo que abandonemos nuestra amistad enteramente, no
pierdo nada con ello pues mí único vínculo emocional con Ud., ha sido
durante un largo tiempo, un delgado hilo, debido al prolongado efecto de
pasados desacuerdos y Ud. Tiene todo a ganar, en vista del reparo que
recientemente hizo en Munich acerca del efecto de una profunda amistad con un
hombre que inhibía su libertad científica. Por consiguiente diré: tome su
“total libertad” y ahórreme sus supuestas “charlas personales en
beneficio del interés general de su ciencia (rama de esfuerzo). Ud. Nunca
tendrá motivos para quejarse por falta alguna de cortesía de mi parte. En
cuanto a nuestro común entendimiento y la persecución de objetivos científicos
concierne, quiero decir: No existe para ello más razón en el futuro que en
el pasado.
Por otra parte, espero lo mismo de Ud.
Saludos
Por otra parte, espero lo mismo de Ud.
Saludos
Freud
Kusnacht –Zurich, 6 de Enero de 1913
Querido
Profesor Freud:
Accedo
a su deseo de abandonar nuestra amistad, pero nunca tiraré (por la borda) la
mía con su persona. Ud. Mismo es el mejor juez para saber lo que en este
momento le significa.
El
resto es silencio.
PD:
Gracias
por aceptar los papeles de Burrows
Sinceramente
suyo,
Jung
Vaya expresión de despecho y desamorío mutuo, en este caso, entre dos personas del mismo sexo. Cambiando algunos términos y palabras (no muchos), hasta podríamos armar una carta de ruptura amorosa de una pareja adolescente en cualquier obra de teatro.
A no asustarse. Años antes del "divorcio", tanto en La Interpretación de los Sueños, como también en Tres Ensayos para una Teoría Sexual (1905), el Maestro sostenía de manera inclaudicable que todo ser tiene como denominador común una "constitución bisexual originaria" y que ciertas mociones homosexuales latentes puestas en juego en las amistades serían objeto de represión. Quizás la moción homosexual inevitable y proveniente de la (toda) "constitución bisexual originaria" tendría un destino un tanto más "trágico" cuando en 1911 -dos años antes de la ruptura con Jung- sería señalada por Freud como una de las causas fundamentales para los desencadenamientos psicóticos en las parafrenias, con el legendario análisis (biográfico) de las "Memorias" del "neurópata" Daniel Paul Schreber. La verwerfung después terminaría divorciada completamente del concepto de "represión".
Años más tarde, además, con el Complejo de Edipo aparecido en escena de la obra freudiana, hasta el llamado "Edipo negativo" sería algo "normal".
Ya podemos estar tranquilos y contarle a nuestro -a esta altura molesto- interlocutor imaginario que la virilidad masculina del Maestro está a salvo. Nadie se hubiera imaginado que los fantasmas, los cuales el propio Jung creía literalmente desde su concepción de la líbido que señalaramos párrafos arriba, podrían salir del hermético cofre del Inconsciente con estas atrocidades. Sí, Jung -con cierta rigurosidad científica más sustentable que el pensamiento mágico de los niños- creía en los fantasmas. Y nuestro Maestro -a quien desde luego le parecía una creencia disparatada- los convocaba y azuzaba, seguramente sin darse cuenta.
Hernán Scorofitz
A no asustarse. Años antes del "divorcio", tanto en La Interpretación de los Sueños, como también en Tres Ensayos para una Teoría Sexual (1905), el Maestro sostenía de manera inclaudicable que todo ser tiene como denominador común una "constitución bisexual originaria" y que ciertas mociones homosexuales latentes puestas en juego en las amistades serían objeto de represión. Quizás la moción homosexual inevitable y proveniente de la (toda) "constitución bisexual originaria" tendría un destino un tanto más "trágico" cuando en 1911 -dos años antes de la ruptura con Jung- sería señalada por Freud como una de las causas fundamentales para los desencadenamientos psicóticos en las parafrenias, con el legendario análisis (biográfico) de las "Memorias" del "neurópata" Daniel Paul Schreber. La verwerfung después terminaría divorciada completamente del concepto de "represión".
Años más tarde, además, con el Complejo de Edipo aparecido en escena de la obra freudiana, hasta el llamado "Edipo negativo" sería algo "normal".
Ya podemos estar tranquilos y contarle a nuestro -a esta altura molesto- interlocutor imaginario que la virilidad masculina del Maestro está a salvo. Nadie se hubiera imaginado que los fantasmas, los cuales el propio Jung creía literalmente desde su concepción de la líbido que señalaramos párrafos arriba, podrían salir del hermético cofre del Inconsciente con estas atrocidades. Sí, Jung -con cierta rigurosidad científica más sustentable que el pensamiento mágico de los niños- creía en los fantasmas. Y nuestro Maestro -a quien desde luego le parecía una creencia disparatada- los convocaba y azuzaba, seguramente sin darse cuenta.
Hernán Scorofitz
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