lunes, 4 de febrero de 2013

VI-ENVENIDOS A LA LOCURA ADELANTE



Leyenda en pared de escalera entre PB y Primer Piso Pabellón Central Hospital Borda


SECCIÓN PAREDES /QUE HABLAN/ DEL BORDA

Sería verdaderamente una "locura" recorrer el Hospital de Gastroenterología Udaondo de la Ciudad de Buenos Aires y leer en alguna muralla  "Bienvenidos a la Peritonitis, haga bien la digestión"; también sería una "locura" que a cualquiera que pase por Hospital de Rehabilitación Respiratoria María Ferrer se le desee una buena estadía (en caso que no utilice ningún servicio de internación) con la leyenda en algún tabique "Bienvenidos al Ahogo, tómese un respiro". Lo mismo, por ejemplo, podría valer para el Hospital de Infecciosas Francisco Muñiz, donde no sería del todo feliz un buen augurio por esos pasillos bajo un cartel que reze "Bienvenidos a la Infección, consígase antibióticos".

Algo en común tienen esos tres hospitales con el Hospital Borda, y no solo su ubicación georgráfica en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. A diferencia de cualquier hospital general (o para describirlo más técnicamente "polivalente"), se supone que su razón de existir radica en el tratamiento de una patología diagnosticada para su abordaje médico y clínico

Creería que hasta el momento nunca se han dado como signos divinos cuadros de disneas, náuseas, infecciones o afines. En todo caso, sintomatologías parecidas han sido atribuídas a lo largo de la historia a posesiones demoníacas, al igual que la locura -bajo la ideología oscurantista clerical imperante durante siglos-.

Sin embargo, "ella" ha conocido en determinados momentos de la historia el privilegio -a diferencia de las disneas y  las enfermedades infecciosas- de ser concebida como una deidad. Seguramente en muchos casos por personajes que nunca tuvieron que lidiar con lo más siniestro y -lo- Real de la locura.

En la Antigua Grecia, Herodoto atribuía una doble clasificación a la locura: la humana (con una etiología orgánica) y la "divina", como expresión sobrenatural del pensamiento popular. No es poca cosa que este pensamiento del llamado "vulgo" solían asociar a Dioses como Ares, Zeus, Apolo, Dionisio o Afrodita con los trastornos mentales. Bastantes siglos después, el humanista Erasmo de Rotterdam, con su ensayo Elogio de la Locura -escrito en la casa de Tomás Moro y preludio para sus constantes choques con la Iglesia Católica de la época- invertiría algunos papeles elevando como juez a "la locura" y como "acusada" a la razón. Algo ciertamente revolucionario teniendo en cuenta que lo único que conocía el loco por entonces eran condenas por presuntas "herejías" y la confinación sin destino en "La Nave de los Locos" como solución "divina".

Al día de hoy, algunas corrientes filosóficas siguen haciendo cierta reivindicación de "lo loco" de la locura, supuestas "líneas de fuga" (sic) de los "aparatos de captura" simbólica de las culturas binarias y opresivas. Me reservo mi opinión, o en todo caso me opongo, por conocimiento sobre el padecer del loco en sus "fugas".

Así las cosas, no debería sorprendernos que una pared "del Borda", que "habla", o una pared "que habla del Borda" nos invite a pasar con su letrero de caligrafía y ortografía un tanto precaria y no reglada (la regla como ordenador de la Ley es lo que justamente no opera en las psicosis) con su "Vienvenidos a la Locura Adelante". 

La locura infunde terror, fascinación, compasión. Quien nos haya dado la "Vienvenida" -¿un "loco" asilado? ¿un "cuerdo" entusiasta?- a ella, "la locura", autorizándonos el paso con el "Adelante", seguramente por intución, delirio o "conocimiento de causa", se habrá aventurado a que ese "Adelante" se convierta como signo en una luz verde para avanzar a paso redoblado hacia eso "siniestro" (no desde la adjetivación peyorativa sino desde la acepción freudiana), sea el terror, la fascinación o la compasión.

Pude comprobar que no es un mito sino una verdadera realidad que muchos "cuerdos" que por distintas razones recorren por primera vez el Hospital Borda terminan su travesía por los pasillos verdadera y literalmente conmovidos. Quienes habitualmente -generalmente por tareas profesionales- recorremos los pasillos del Borda, ya no nos conmovemos. Ese Real (lacanianamente hablando) que sucumbe al "primerizo" en la recorrida, ya ha sido asimilado, hasta naturalizado. Si se trata de ciertos anticuerpos para trabajar clínicamente con la locura, esa naturalización sirve. El "envés" es peligroso: naturalizar lo Real puede trasladarnos a cierta "deshumanización" frente al Otro que padece, aún desviciando todo enfoque  "humanista" en nuestra práctica clínica.

Recorrer el Borda, pasar "adelante" luego de la "Vienvenida" encontrarse por primera vez rodeado de un ejército de "sin nombres" que deambulan por rincones y jardines, corriendo el riesgo que se acerquen a pedirnos "algo", o a que supongamos que nos piden algo porque "no se les entiende cuando hablan".

No es casualidad que la imagen que nos devuelve generalmente el significante "Borda" sea esa, la dantesca, aún cuando quizás nunca hayamos pisado ni siquiera una de sus baldosas. Oculto de ese significado quedan sus espacios de "pre-alta", de reinserción, sus talleres, sus consultorios externos. ¿La única excepción? Radio La Colifata, su Frente de Artistas, o Cooperanza ( nunca reconocidos formal e institucionalmente como Servicios del Hospital).

Hay dos tipos de "sobrevivientes" al interior de sus muros: los pacientes "vivientes" por décadas, y los profesionales que deben vencer la adversidad de una institución que desde hace años figura en la mira para ser vaciada y posteriormente cerrada, sumado a los "gajes del oficio" de adentrarnos en el delirio para aliviar los padecimientos del loco y contribuir a soldar una ficción de vida que carece del "tornillo" al que nuestras abuelas solían referirse en relación a "los locos", a los que... "les falta un tornillo" (o en todo caso un Significante vital de la Metáfora Paterna lacaniana que hice referencia en el Prólogo de esta nueva Sección http://unrojodivan.blogspot.com.ar/2013/02/seccion-paredes-que-hablan-del-borda.html).

Muchos encumbrados referentes del "progresismo" -y no solo las administraciones ajustadores- en nombre de las transformaciones de las instituciones sanitarias y la lucha contra el "encierro del loco", baten el parche para cerrar "el manicomio". Cuando decidimos aceptar la invitación del "Vienvenidos a la Locura Adelante" quizás constatemos que el Hospital Borda alberga, asila (una "mala palabra"), aloja y a su vez, fagocita y cronifica "la locura", o mejor dicho, a sus "usuarios" (del Hospital, y de "la locura"). 

Un festival de contradicciones ambiguas con las que tratar. Tratar con la locura es impredecible, un verdadero arte, una apuesta a que el loco recobre esa subjetividad arrasada, dentro o fuera de sus muros, aún sin "el tornillo de nuestras abuelas". Cada quien y cada cual, en esa aventura, sabrá darse por convocado cada vez que lea "Ví-Envenidos a la Locura Adelante".

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