Freud
sostenía que “la negación” (Verneinung)
solía ser casi el mecanismo de defensa más “arcaico” de un sujeto, inclusive el
“hermano mayor” de ÉL mecanismo por
excelencia en las neurosis que es la represión. Justamente en el texto “LA
Negación” Die Verneinung (1925) plantea que “…La negación es la manera, de tomar conocimiento de
lo reprimido, a decir verdad ya un levantamiento (Aufhebung) de la represión, pero ninguna liberal aceptación de lo
reprimido. Se ve, como aquí se
separan la función intelectual del proceso afectivo. Con la ayuda de la
negación, se anula solo una consecuencia del proceso de la represión, la de que
ese contenido de representación no llegue a la conciencia.
No hace falta ser un probo, menos un erudito en el
campo del psicoanálisis para al menos intuir en nuestra cotidianeidad como este
mecanismo defensivo se activa “a la defensiva” las 24 horas del día
(literalmente, porque en los sueños también opera). Y la vida política también
es parte de esa cotidianeidad.
Resulta curioso –o no tanto-, luego del –preocupante-
triunfo macrista en el ballotage presidencial que llevará al símbolo de la
derecha argentina a la Presidencia de la Nación, los argumentos esgrimidos –y
sobre todo la negación- de los
militantes del –derrotado- kirchnerismo sobre las causas en la victoria del
enemigo.
Días atrás, en el artículo “Ballotage, Inconsciente y Renegación” referimos otro mecanismo
descripto por Freud (la re-negación o Verleugnung)
cuando nos llamaban a votar a un candidato “mal menor” de las características
(y sobre todas las cosas el prontuario) tan similares (Scioli) a las del
candidato “mal mayor” Macri.
Una vez consumada la
tragedia, a la hora de darle oportunidad a la pausa, la pregunta, la reflexión
y –con suerte- quizás algunas conclusiones
preliminares no se vislumbra absolutamente nada en el balance del militante
kirchnerista sobre los 12 años de gobierno como “causa” de la derrota: ni el hecho de haber dejado crecer una “derecha
boba” (macrismo) para “que a la izquierda mía esté a la pared y a la derecha
los bobos de globos de colores” como garantía de permanencia en el poder. Ni el
hecho de haberle entregado a esa “derecha boba” la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (el principal distrito nacional) desde el 2007. Ni el hecho de haberle
recientemente entregado a “la derecha boba” la Provincia de Buenos Aires
poniendo como candidato a gobernador a un ex menemista duhaldista devenido a
“lenguaraz” del Proyecto, manchado por acusaciones de nacotráfico y responsable
político –en mayor o menos instancia- de la Masacre del Puente Pueyrredón y el
asesinato de Mariano Ferreyra. Ni la Masacre de Once. Ni las alianzas en todos
estos años con los “feudos pejotistas” del interior (Insfran, Urtubey y cia.).
Ni los bochornosos escándalos de corrupción que involucran hasta a la familia
presidencial saliente. Ni la entrega de la Cordillera a los pulpos mineros
multinacionales como la Barrick Gold. Ni la entrega de Vaca Muerta a Chevron
(un acuerdo tan espurio que llevó a que la Corte Suprema obligue días atrás a hacer
públicas las cláusulas secretas y que el propio Gobierno kirchnerista, para
evitarlo, tuviera que reconocer de manera vergonzante que la YPF “Nacional y
Popular” es en realidad una “empresa privada”). Ni la entrega de centenares de
miles de hectáreas a Monsanto. Ni el 40% de los trabajadores precarizados en
todos estos años. Ni los “chanchullos” grotescos de Boudou. Ni la confiscación del salario a millones de
trabajadores a través del impuesto a “las ganancias”. Ni la indemnización
multimillonaria a Repsol. Ni la Ley Antiterrorista. Ni los miles de millones de subsidios (con
“retornos”) a las empresas privatizadas (especialmente los pulpos telefónicos
como Telecom y Telefónica). Ni haber “estatizado” las AFJP para emitir títulos
y pagar la deuda externa (en lugar de otorgar el 82% móvil a los jubilados). Ni
haber sostenido por años al genocida Milani al frente del Ejército. Ni los
apaleamientos a los Qoms. Ni el proceso
creciente de derrumbe de la Educación Pública. Ni el proceso creciente de
derrumbe de la Salud Pública. Ni los colapsos energéticos veraniegos (con las
empresas energéticas privatizadas manteniendo sus astronómicas ganancias por
subsidios estatales). Ni haber vaciado las vanagloriadas –en todos estos años-
reservas del Banco Central para pagar orgullosa y “serialmente” la deuda a los
usureros internacionales (que derivará en una brutal devaluación del peso
ejecutada por “la derecha” que acicateará los ingresos de millones de
trabajadores). Ni el ajuste “disimulado” por inflación. Ni, por último,
candidatear a un Macri “propio” para que no gane un el “verdadero” Macri.
Por nombrar solamente
algunos “NI” -remitidos a la descomposición y el carácter entreguista del
Gobierno saliente- como causa más que directa del fastidio de un vasto sector
de la población (muchos de los cuales fueron parte del voto del 54% de Cristina
en el 2011) que la derecha, a partir del discurso del “Cambio” pudo capitalizar
para dar una salida capitalista a la crisis y el agotamiento del ciclo
kirchnerista. El honesto militante kirchnerista, conmovido y confundido todavía
por la –ajustada” derrota, nos ofrece como balance el “NO” (y no el “NI”): NO FUE EL PROYECTO. NO FUE CRISTINA…los responsables del
arribo de Macri y la derecha a la conducción del país.
A manera de balance y de
hilvanar opiniones sobre algunas de las causas (porque causas tiene que haber
en una catástrofe como la que se consumó a partir del domingo del ballotage)
suelen ser tres las preferidas:
1.
El voto en blanco del trotskismo “marginal”
(desde 1983 nunca antes fue tan baja la adhesión al voto en blanco, inclusive
más baja que la diferencia ajustada con la que Macri se impuso a Scioli).
2.
Los medios hegemónicos (que supuestamente se
extinguirían el famoso “7D” – 7 de Diciembre- del 2012).
3.
El pueblo “que vota globos” (el cual hasta
hace días vivía sumergido en un mundo de felicidad y cada feriado turístico
inundaba en masa los principales centros turísticos del país).
En el texto de marras, Freud
destaca “…puesto que la tarea de la función intelectual del
juicio es afirmar o negar contenidos del pensamiento, nos guía a una saliente
observación de la procedencia psicológica de esa función. Negar algo en el juicio, es decir en el fondo: “eso es algo que yo
preferiría reprimir”. La condena es
la sustitución intelectual de la represión, su NO, un signo distintivo de la
misma, un certificado de origen, algo así como el “made in Germany”. Por
medio del símbolo de la negación se libera el pensar de las limitaciones de la represión
y enriquece su contenido, de los cuales para su rendimiento no podrá ya prescindir.
Ya habrá tiempo para
balances. Asimilar una derrota tan dura y preocupante –no solamente los
militantes kirchneristas son los únicos preocupados frente al panorama que se
avecina, sino que millones que no lo somos también- puede conllevar a abrir una
instancia de pregunta. Instancia de pregunta que en la subjetividad de cada
individuo puede cobrar un carácter subversivo y devenir en cuestionar y
esmerilar, aunque sea “un cachito”, a ese Gran Otro que parecía inconmovible y
casi perfecto sobre el cual elegimos –eligieron- apoyarse. Si se trata de
“gambetear” esa posibilidad, la Verneinung
freudiana
puede ser una “oferta de temporada” para nuestro Inconsciente.
Hernán Scorofitz