miércoles, 25 de noviembre de 2015

TRIUNFO DE MACRI Y NEGACIÓN "K"





Freud sostenía que “la negación” (Verneinung) solía ser casi el mecanismo de defensa más “arcaico” de un sujeto, inclusive el “hermano mayor” de ÉL mecanismo por excelencia en las neurosis que es la represión. Justamente en el texto “LA Negación” Die Verneinung (1925) plantea que “…La negación es la manera, de tomar conocimiento de lo reprimido, a decir verdad ya un levantamiento (Aufhebung) de la represión, pero ninguna liberal aceptación de lo reprimido. Se ve, como aquí se separan la función intelectual del proceso afectivo. Con la ayuda de la negación, se anula solo una consecuencia del proceso de la represión, la de que ese contenido de representación no llegue a la conciencia.

No hace falta ser un probo, menos un erudito en el campo del psicoanálisis para al menos intuir en nuestra cotidianeidad como este mecanismo defensivo se activa “a la defensiva” las 24 horas del día (literalmente, porque en los sueños también opera). Y la vida política también es parte de esa cotidianeidad.

Resulta curioso –o no tanto-, luego del –preocupante- triunfo macrista en el ballotage presidencial que llevará al símbolo de la derecha argentina a la Presidencia de la Nación, los argumentos esgrimidos –y sobre todo la negación- de los militantes del –derrotado- kirchnerismo sobre las causas en la victoria del enemigo.

Días atrás, en el artículo “Ballotage, Inconsciente y Renegación” referimos otro mecanismo descripto por Freud (la re-negación o Verleugnung) cuando nos llamaban a votar a un candidato “mal menor” de las características (y sobre todas las cosas el prontuario) tan similares (Scioli) a las del candidato “mal mayor” Macri.


Una vez consumada la tragedia, a la hora de darle oportunidad a la pausa, la pregunta, la reflexión y –con suerte-  quizás algunas conclusiones preliminares no se vislumbra absolutamente nada en el balance del militante kirchnerista sobre los 12 años de gobierno como “causa” de la derrota: ni  el hecho de haber dejado crecer una “derecha boba” (macrismo) para “que a la izquierda mía esté a la pared y a la derecha los bobos de globos de colores” como garantía de permanencia en el poder. Ni el hecho de haberle entregado a esa “derecha boba” la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (el principal distrito nacional) desde el 2007. Ni el hecho de haberle recientemente entregado a “la derecha boba” la Provincia de Buenos Aires poniendo como candidato a gobernador a un ex menemista duhaldista devenido a “lenguaraz” del Proyecto, manchado por acusaciones de nacotráfico y responsable político –en mayor o menos instancia- de la Masacre del Puente Pueyrredón y el asesinato de Mariano Ferreyra. Ni la Masacre de Once. Ni las alianzas en todos estos años con los “feudos pejotistas” del interior (Insfran, Urtubey y cia.). Ni los bochornosos escándalos de corrupción que involucran hasta a la familia presidencial saliente. Ni la entrega de la Cordillera a los pulpos mineros multinacionales como la Barrick Gold. Ni la entrega de Vaca Muerta a Chevron (un acuerdo tan espurio que llevó a que la Corte Suprema obligue días atrás a hacer públicas las cláusulas secretas y que el propio Gobierno kirchnerista, para evitarlo, tuviera que reconocer de manera vergonzante que la YPF “Nacional y Popular” es en realidad una “empresa privada”). Ni la entrega de centenares de miles de hectáreas a Monsanto. Ni el 40% de los trabajadores precarizados en todos estos años. Ni los “chanchullos” grotescos de Boudou.  Ni la confiscación del salario a millones de trabajadores a través del impuesto a “las ganancias”. Ni la indemnización multimillonaria a Repsol. Ni la Ley Antiterrorista.  Ni los miles de millones de subsidios (con “retornos”) a las empresas privatizadas (especialmente los pulpos telefónicos como Telecom y Telefónica). Ni haber “estatizado” las AFJP para emitir títulos y pagar la deuda externa (en lugar de otorgar el 82% móvil a los jubilados). Ni haber sostenido por años al genocida Milani al frente del Ejército. Ni los apaleamientos a los Qoms.  Ni el proceso creciente de derrumbe de la Educación Pública. Ni el proceso creciente de derrumbe de la Salud Pública. Ni los colapsos energéticos veraniegos (con las empresas energéticas privatizadas manteniendo sus astronómicas ganancias por subsidios estatales). Ni haber vaciado las vanagloriadas –en todos estos años- reservas del Banco Central para pagar orgullosa y “serialmente” la deuda a los usureros internacionales (que derivará en una brutal devaluación del peso ejecutada por “la derecha” que acicateará los ingresos de millones de trabajadores). Ni el ajuste “disimulado” por inflación. Ni, por último, candidatear a un Macri “propio” para que no gane un el “verdadero” Macri.   

Por nombrar solamente algunos “NI” -remitidos a la descomposición y el carácter entreguista del Gobierno saliente- como causa más que directa del fastidio de un vasto sector de la población (muchos de los cuales fueron parte del voto del 54% de Cristina en el 2011) que la derecha, a partir del discurso del “Cambio” pudo capitalizar para dar una salida capitalista a la crisis y el agotamiento del ciclo kirchnerista. El honesto militante kirchnerista, conmovido y confundido todavía por la –ajustada” derrota, nos ofrece como balance el “NO” (y no el “NI”): NO FUE EL PROYECTO. NO FUE CRISTINA…los responsables del arribo de Macri y la derecha a la conducción del país.  

A manera de balance y de hilvanar opiniones sobre algunas de las causas (porque causas tiene que haber en una catástrofe como la que se consumó a partir del domingo del ballotage) suelen ser tres las preferidas:
1.    El voto en blanco del trotskismo “marginal” (desde 1983 nunca antes fue tan baja la adhesión al voto en blanco, inclusive más baja que la diferencia ajustada con la que Macri se impuso a Scioli).
2.    Los medios hegemónicos (que supuestamente se extinguirían el famoso “7D” – 7 de Diciembre- del 2012).
3.    El pueblo “que vota globos” (el cual hasta hace días vivía sumergido en un mundo de felicidad y cada feriado turístico inundaba en masa los principales centros turísticos del país).

En el texto de marras, Freud destaca puesto que la tarea de la función intelectual del juicio es afirmar o negar contenidos del pensamiento, nos guía a una saliente observación de la procedencia psicológica de esa función. Negar algo en el juicio, es decir en el fondo: “eso es algo que yo preferiría reprimir”. La condena es la sustitución intelectual de la represión, su NO, un signo distintivo de la misma, un certificado de origen, algo así como el “made in Germany”. Por medio del símbolo de la negación se libera el pensar de las limitaciones de la represión y enriquece su contenido, de los cuales para su rendimiento no podrá ya prescindir.

Ya habrá tiempo para balances. Asimilar una derrota tan dura y preocupante –no solamente los militantes kirchneristas son los únicos preocupados frente al panorama que se avecina, sino que millones que no lo somos también- puede conllevar a abrir una instancia de pregunta. Instancia de pregunta que en la subjetividad de cada individuo puede cobrar un carácter subversivo y devenir en cuestionar y esmerilar, aunque sea “un cachito”, a ese Gran Otro que parecía inconmovible y casi perfecto sobre el cual elegimos –eligieron- apoyarse. Si se trata de “gambetear” esa posibilidad, la Verneinung freudiana puede ser una “oferta de temporada” para nuestro Inconsciente.

Hernán Scorofitz

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